17098510_1835210603398243_5448431415781082435_nDesde el pasado 2 de marzo y hasta el próximo 4 de junio, el Museo de Obra Gráfica de San Clemente,  presenta la exposición  Objetos Imposibles del artista Jaime López Molina. La muestra se compone de un total de 40 ilustraciones digitales realizadas en papel fotográfico. Una serie de obras en las que vemos como a través de la unión de dos objetos cotidianos, encontramos una nueva realidad. Siguiendo la línea de artistas como, Man Ray, Duchamp, Joan Brossa o Chema Madoz entre otros, Jaime López Molina nos adentra en el mundo del objeto a través de la poesía visual.

En palabras del propio Jaime sobre su exposición:

Los objetos imposibles podrían ser considerados un elogio a la estupidez viniendo de palabras de Erasmo de Rotterdam, fundamentados como crítica voraz a determinados vicios de la sociedad de masas y a su desmesurado consumo superfluo. Pero los objetos imposibles, -sin dejar en la cuneta el trasfondo de ese aparatoso artilugio social-, con su constitución hecha a base de fusiones escrupulosamente anatómicas, ofrecen escenarios que lo ordinario sería incapaz de detectar, con la cualidad de convertirlos en elementos inanimados albergando un mundo paradójico, un mundo que desde la ceguera son contemplados con extrañeza, escepticismo y rareza, que solo sería reconocidos desde una predisposición humorística sintiéndose cómodo en un marco de fantasía poética y surrealista.

El comportamiento que supone descubrir ese mundo nos reactiva hacia un ejercicio recóndito, donde nos hace cuestionarnos la “normalidad” por el hecho de alterar la naturaleza, esa práctica de lo  absurdo, lo inútil y hasta lo irreverente nos presenta frente a la carcajada como cortina que disimula una reflexión sobre las evidencias de los fundamentos de los objetos.

Evocar a personajes como Man Ray, Duchamp, Picabia, Arman, Klein, César… supone un ejercicio ambiguo en torno a la idea de descontextualización del objeto cotidiano, ese desvío de la función con el empleo de ensamblajes visuales genera una predisposición al enfrentamiento con el objeto provocando enigmas con sentido crítico dirigidos a ciertos automatismos sociales, pero todo ello resuelto con una complicidad entre la sonrisa y la seducción.

La revelación de los objetos imposibles asociados a un espíritu vanguardista donde entran en juego la sugestión frente a la evidencia, generan espectáculos de magia constituyendo un universo particular, que fomentan la participación activa del espectador gracias a los juegos visuales que supone: -y parafraseando a Jacques Carelman, “una limpieza de los ojos de la gente para se familiaricen con las cosas que nunca vemos”.

La muestra se encuentra en la sala de exposiciones temporales del Museo de Obra Gráfica de San Clemente